lunes, 22 de noviembre de 2010

CONFIANZA, SOCIEDAD y LIDERAZGO

Quiero compartir con todos vosotros las siguientes reflexiones de profesor José María Gasalla. Espero, sinceramente, que os sirvan en vuestro caminar por la vida.

“De nada sirve a la persona lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos”

Thomas Carlyle

Y es cierto lo que dice Carlyle. ¡Basta de quejarnos! ¡Actuemos!
Cada uno desde su propia realidad, desde sus derechos, su libertad, sus capacidades. Y desde su positivismo pues, de lo contrario es muy fácil caer en el desánimo, en la apatía, en el “pero, ¿Qué voy a hacer yo ante tanta mierda”? Al percibir lo que nos rodea, a veces te entran ganas de llorar… con los años, al ir descubriendo realidades que parecían pero que después no eran, te va aumentando el escepticismo…
Y nuestros paradigmas además, también nos pesan, nos condicionan…
En nuestra mente aparece programado un mensaje como “protégete, no confíes en los otros, tratarán de engañarte”… y ese apriorismo condiciona nuestras relaciones comerciales, se mina la confianza en las autoridades y poderes públicos y políticos. Se termina hasta sospechando de los amigos (ojo, hay amigos y “amigos”) y se desconfía de la validez de las normas cuando vemos que a algunos se les aplican de forma diferente, o incluso parece que no rigen aunque aparentemente sean universales.
Esta desconfianza sistemática, generalista y sistémica se entroniza cada vez más en nuestra sociedad. Aparece en lo grande y lo pequeño, lo macro y lo micro, lo más global y lo local como puede ser el tendero de la esquina (que por cierto van quedando cada vez menos). Aparece en todo lo que el ser humano va tocando.
En lo cotidiano viene a deteriorar el ejercicio de la ciudadanía y la tranquilidad y equilibrio individual. Tanto como colectivo, y más como seres individuales, cada vez nos sentimos menos considerados… muchas veces hasta “ninguneados”.
Veamos el caso de un “sencillo” viaje en avión. Es interesante comprobar que lo más complejo, como es que un sistema como es el avión consiga levantar vuelo, se convierte al final en algo que no presenta dificultades generalmente. Lo difícil es que el pasajero llegue al avión sin que antes no le hayan despojado de parte de su dignidad como ser humano civilizado que suele ser.
Hace unos meses al embarcar en Heathrow con destino a Madrid se me ocurrió protestar porque una supuesta agente de la autoridad (¿se dice así?) se dedicó a revolver totalmente mi equipaje de mano buscando sabe Dios qué. Casi me quedo sin poder embarcar. Inmediatamente apareció un energúmeno (no por su apariencia sino por sus formas) no dándome la mínima opción a explicar mi descontento… ¡qué humillación! ¡Que desprecio a la dignidad humana! ¡Qué prepotencia! Pobre hombre, cuan débil tendría que sentirse para actuar de esa forma.
Y es cierto que todos somos débiles pero seguramente tendremos que aprender a autorregularnos máxime cuando visto un uniforme, ¿no?
¿Hacia adónde vamos?, ¿caminamos como los cangrejos? ¿Estamos aquí en España peor que otros sitios?
Sin duda, la mayoría de nuestra sociedad está compuesta por gente de bien, de gente en quien se puede confiar. Pero, ¿Qué pasa cuando sistemáticamente no se confía en los confiables? ¿Es que la inteligencia humana no distingue a los “rompepelotas” de las personas de bien? ¡Qué triste¡ ¿nos vamos a quedar quietos? Mi postura es que no. Es momento de ser beligerantes no permitiendo esa opresión que nos intenta demostrar que aquí, así, estamos más seguros, más alineados (¿con qué valores?)… más mediocres.
Castell nos habla de la sociedad del reduccionismo de átomos (materialismo), bits (tecnología) y dólares (economicismo).
¿Vamos con estos valores a alguna parte? En mi libro “La Nueva Dirección de Personas” hablo del antimodelo ético “yoya+y-”. Yo (individualismo), Ya (inmediatismo) + (económicamente hablando) y (con el menor esfuerzo posible).
Una sociedad así es una sociedad pobre, incapaz de concebir proyectos importantes e innovadores, proyectos transformadores con visión de futuro. Es además incapaz de confiar en líderes con esa visión. Se deja seducir por el escaparatismo, el espectáculo, lo fácil, lo acomodaticio... Todo lo que exija esfuerzo se rechaza de entrada (“la noche es para dormir y el día para descansar… pues no somos de piedra”).
Recuperar, mejor casi inventar la confianza es una tarea ineludible para cualquier sociedad que quiera crecer y hacer crecer con ella a sus ciudadanos. Esa será una sociedad con futuro como dice Fukuyama.
Y hay que empezar pronto y desde abajo. A los niños hay que enseñarles la confianza y a confiar. Pero, ¿Qué sucede con el ejemplo que reciben de los que están a su alrededor? ¿Y si sus padres les mienten? ¿Y si hablan una cosa y hacen otra? ¿Y si los maestros no son conscientes de esos niños?¿Y si no saben llegar a ellos desde la autoridad del saber y de su magisterio?
¿Y si los políticos te enredan en la corrupción? ¿Y si las empresas tratan de poner dos caras, una hacia el mercado y otra más negra hacia adentro?
¿Cambiamos?
Está claro que nada va a cambiar si yo no comienzo a cambiar.

JoseMaría Gasalla

Conferenciante, escritor y profesor de ESADE Business School


Publicada originalmente en la siguiente dirección de internet:  http://gasalla.com/?p=3055

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