martes, 23 de noviembre de 2010

Los 'Recursos Humanos': ¿Más recurso que humano?

Por Mario Naranjo

Lucas llevaba más de una década ofreciendo a su empresa sacrificio, profesionalidad, perseverancia y humildad como responsable de RRHH cuando un día, de forma inesperada, recibió una oferta de trabajo. Le ofrecían irse a otra del mismo sector y en la misma localidad en la que trabajaba para ocupar un puesto directivo con un importante incremento salarial e importantes posibilidades de desarrollo profesional. Lucas, por lo inesperado y por la necesidad de dar una respuesta rápida, no supo que decir por unos instantes, pero no tardó ni diez segundos en rechazar la oferta. Le ataba su pasión por su trabajo, su fidelidad, su sentido del compromiso, los lazos emocionales que se habían creado tras trabajar tantos años en una empresa en la que todos se conocían y tal vez el miedo a lo desconocido.


Sin embargo, sólo bastaron 24 horas para comenzar a arrepentirse de su decisión al comprobar que sus superiores no valoraban como creía ni sus sacrificios, ni su profesionalidad ni mucho menos su humildad, su perseverancia ni sus valores éticos. Comprobó con disgusto que las cualidades más valoradas en la empresa por la que había apostado no eran ningunos de las anteriores sino el mayor o menor grado de popularidad en la participación de los eventos sociales de la empresa, en las tertulias con unos y con otras en la máquina del café, el presentismo y el “apararentar que se trabaja”, aunque el trabajo lo hagan otros mientras que tú te dedicas a cultivar las relaciones personales.


Poco tiempo más tarde cuando Lucas pasó por difíciles momentos personales, comprobó con desilusión como los vínculos emocionales que le unían a sus compañeros no eran bidireccionales y aunque eso le afectó supo recomponerse aunque con secuelas.


Pero, la gota que colmó el vaso de Lucas tuvo lugar en aquél momento en el que no fue capaz de contar a más que a un puñado de miembros de su empresa en el funeral de un compañero fallecido, mucho antes de lo que nadie debe hacerlo. Tal vez es que para algunas personas dedicar una hora de su vida en algo que no es divertido es demasiado tiempo… Este acontecimiento le hizo replantearse muchas cosas y aunque Lucas siempre supo que a la empresa no se le podía exigir tener sentimientos porque no es un ser humano, llegó a la conclusión que esa frase que dice que “las personas son el mejor activo de la empresa” no es más que un mantra “guay” extraído de algún libro de management pero que no se corresponde en absoluto con la realidad y es que Lucas comprobó que los recursos humanos cada día tienen menores dosis de componente humano.


Después de todo esto Lucas quedó seriamente tocado, pero no hundido.



http://www.rrhhmagazine.com/

1 comentario:

Pilar Valseca Martín dijo...

En mi opinión, el caso de Lucas es un caso muy general. Esto suele ocurrir en grandes empresas en las que su principal objetivo o su principal interés son los beneficios que pueden tener al finalizar el año, sin valorar aspectos más humanos.

En la actulidad todavía existen empresas que no perciben que su éxito o fracaso dependerá en gran medida del factor humano.

Los empleados trabajaran mucho más motivados si reciben por parte de la empresa alguna recompensa por los logros u objetivos conseguidos, si por el contrario piensan que están aportando a la empresa mucho más de lo que ellos perciben se sentirán desmotivados y a la larga buscarán otro trabajo.